El asma es una enfermedad pulmonar en la que las paredes de las vías respiratorias de los pulmones (bronquios) se inflaman, lo que produce un estrechamiento de las mismas que dificulta la entrada y salida de aire de los pulmones.
En general, el asma puede afectar a toda la población. Aparece con frecuencia en la infancia, aunque también puede desarrollarse en la edad adulta.
En el desarrollo de la enfermedad afectan tanto factores genéticos como ambientales, estar expuesto a agentes como la humedad, y ocupacionales, si trabaja con sustancias irritantes.
Alguno de los síntomas que puede mostrar una persona que sufre asma son:
– Disnea
– Fatiga
– Dificultad respiratoria, que tienden a empeorar con la actividad física
– Tos, con o sin producción de esputo
– Sibilancias o silbidos en la respiración
– Presión o dolor en el pecho
– Estornudos
– Más mucosidad y secreciones
– Problemas para conciliar el sueño
Estos síntomas se suelen presentar en forma de ataques o crisis asmáticas, de forma conjunta o por separado, que, entre otras causas, pueden deberse a la inhalación de alérgenos u otras sustancias desencadenantes, como el humo del tabaco, los cambios en el clima o las infecciones respiratorias.
Las personas que sufren asma tienen una repercusión que les limita para la vida diaria, ya que deben evitar la exposición a factores desencadenantes, si es que los conociesen, para que no se produzcan crisis o ataques asmáticos. En caso de que estos se produzcan, generan un profundo malestar, tanto físico como psíquico, teniendo en cuenta la dificultad respiratoria aumenta los niveles de ansiedad y estrés, llegando incluso a precisar asistencia médica.
El paciente puede sufrir una alguna de las siguientes repercusiones:
– La disminución de la capacidad respiratoria produce la imposibilidad para realizar cualquier rendimiento físico, por liviano que sea, pudiendo llegar a producir la incapacidad para muchas tareas básicas de la vida diaria.
– Si se trata de asma ocupacional, la persona afectada necesariamente deberá cambiar de trabajo o no realizar ninguna actividad laboral, según el grado tanto de exposición o como de afectación de la enfermedad.
– Las crisis y ataques asmáticos también tienen repercusiones mentales, sobre todo relacionadas con la ansiedad, pudiendo llegar a desarrollar una fobia específica a acudir a un lugar o a realizar determinadas actividades
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