La hipertensión pulmonar es una enfermedad grave que consiste en la presión arterial de las arterias pulmonares, que se endurecen, se estrechan o incluso se bloquean, lo a su vez produce que el ventrículo derecho del corazón debe esforzarse por encima de lo que será el funcionamiento normal, debiendo aumentar su tamaño.
Pueden diferenciarse cuatro fases de la enfermedad:
Suele diagnosticarse en personas de entre 30 y 60 años, ya que el envejecimiento es un factor de riesgo para la hipertensión pulmonar. Alguna de las causas que pueden favorecer el desarrollo de la enfermedad son las enfermedades autoinmunitarias, las cardiopatías, la apnea del sueño, otras enfermedades pulmonares o algunos medicamentos.
Los síntomas más frecuentes son:
La hipertensión pulmonar es una enfermedad grave que afecta al estado de salud y a la calidad de vida de la persona afectada, que presenta grandes dificultades para muchas actividades básicas de la vida diaria.
La persona afectada de hipertensión pulmonar se encuentra limitada para muchas actividades, ya que la dificultad respiratoria y los síntomas que aparecen junto con la misma, como los mareos o los síncopes, son incompatibles con aquellas profesiones que impliquen un rendimiento físico, por liviano que sea, teniendo en cuenta que la enfermedad es potencialmente mortal.
Con el tiempo, si los síntomas aparecen en reposo, el afectado también se verá incapaz de desarrollar tareas más sedentarias, debiendo mantenerse al margen de cualquier tipo esfuerzo, físico o mental.
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