El Virus de Inmunodeficiencia Humana o VIH destruye los linfocitos CD4+, un tipo de glóbulo blanco que ayuda al cuerpo a combatir las infecciones, lo que compromete la inmunidad celular y aumenta el riesgo de sufrir ciertas infecciones graves o algún tipo de cáncer. El Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida o SIDA es la etapa final del VIH, que ocurre cuando la inmunidad celular está muy dañada debido al virus y hay infección o cáncer.
La transmisión del virus se produce a través del contacto con la sangre o fluidos de una persona infectada, o de madres a hijos durante el embarazo, el parto o la lactancia.
Cualquier persona puede contraer VIH, pero tienen más riesgos aquellas personas que tienen otra enfermedad de transmisión sexual, comparten objetos personales que están en contacto directo con la sangre (cuchillas o agujas) o practican actividades sexuales de riesgo.
Algunos de los síntomas que pueden llegar a experimentar las personas que tienen VIH, y que en todo caso dependen de la gravedad de la infección, así como del estado en el que se encuentre, son:
En función de los síntomas, pueden reconocerse las etapas del virus:
Las personas que tienen VIH tienen importantes repercusiones en su vida diaria, ya que, al tener el sistema inmunitario debilitado, pueden contraer infecciones y enfermedades graves y que no serían comunes en personas en condiciones normales, de igual forma que padecer ciertos tipos de cáncer. Por ello, necesariamente restringen la participación diaria o tienen más dificultades que otras personas en las actividades cotidianas.
Las personas afectadas de VIH tienen las siguientes repercusiones:
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