Nuestra clienta, dependienta en una panadería, quedó de baja debido a sus dolencias. Tras ver que no mejoraba y que cada vez estaba peor, acudió a nosotros e iniciamos procedimiento de incapacidad permanente.

Presentaba las siguientes enfermedades: trastorno depresivo recurrente, trastorno de pánico con agorafobia y trastorno mixto de la personalidad (rasgos esquizoides y dependientes).

Gracias a nuestra ayuda ya había conseguido que le reconocieran una pensión de Incapacidad Permanente Total para el desempeño de su profesión habitual, tras acreditar que su enfermedad interfiere en el desempeño de una profesión que conlleve capacidades de relación y empatía con terceras personas. 

Tras acreditar que su enfermedad interfiere en el desempeño de cualquier profesión hemos conseguido que le reconozcan una pensión de Incapacidad Permanente Absoluta, puesto que su cuadro clínico es difícilmente compaginable con la normal realización de actividad laboral.

En la actualidad es beneficiaria de la Incapacidad Permanente Absoluta y recibe una pensión de carácter vitalicio del 100% de su base reguladora.